En el camino de los ciclámenes...

Publicado en por Danièle Valès

Dentro de unos días recibiréis los programas para el año 2023 y la “Carta a los Amigos de la Roche d'Or”. También vamos a celebrar el septuagésimo segundo aniversario de la fundación de la Roche d'Or; aquel 1 de noviembre de 1950, cuando María visitó a Florin CALLERAND y le desveló una visión consoladora de su presencia, permanente, en cada uno de nosotros. “María muy cercana, en la Gloria de la Asunción, en Visitación permanente en el interior de nuestras conciencias”. No hay un solo centímetro cuadrado de nuestras casas, de nuestros jardines, en que no resuene este clamor, el rastro de las lágrimas y risas de consuelo, de admiración que han suscitado estas palabras, esta sentida presencia.

Mientras escribo estas líneas, estamos terminando un precioso retiro ‘Trabajar y Compartir’, esencialmente hemos trabajado en las terrazas, un lugar muy querido para nuestra alma comunitaria, porque fue el primer proyecto de Florin y sus compañeros cuando llegaron en este paraje de la Roche d'Or en 1954, incluso antes de que se construyeran los primeros edificios. Aprovechando del caprichoso buen tiempo, cada uno ha avanzado por la mullida alfombra de ciclámenes interrogándonos por su sorprendente capacidad de expansión. Descubrimos que estas delicadas flores rosas y blancas eran, en realidad, colosales lanzadoras de semillas.

Nos adentramos en la increíble aventura de esta encantadora población y descubrimos que: “Después de la fecundación, el pedúnculo de la flor del ciclamen sufre un enrollamiento helicoidal desde su parte superior hasta el suelo, haciendo divertidos rizos al pie de las plantas. La cápsula del fruto, que madura en el suelo, libera grandes semillas cubiertas de un mucílago que las hormigas adoran. Las hormigas llevan las semillas al hormiguero y una vez consumida la sustancia dulce abandonan la semilla desnuda. La germinación se produce en el año y las plántulas tardarán de 2 a 3 años en florecer”.
 

Así es como, a partir de unas pequeñas flores que aparecieron un día a los pies de Nuestra Señora del Silencio, los ciclámenes no han parado de deslizarse, de colarse dentro de los más pequeños pliegues de la roca o de la tierra. Y eso no es todo, no contentos con asimilar la lección de botánica, también aprendimos que: “La Iglesia católica lo veía como un símbolo del corazón de María sangrando sobre la Tierra...”.

Hoy aparecen nuevos paseantes por el camino del Silencio. No se trata solo de quienes hacen el retiro, sino de personas de Besançon que vienen a ver los ciclámenes, sin saber hasta qué punto están entrando en el jardín de María, se dejan llevar por la sonrisa de estas florecillas y se encuentran ante Su estatua que les espera al final del camino. Hace setenta y dos años, en Gouille, al otro lado del Doubs, fue junto a esta misma estatua donde Florin recibió la Visitación que iba a transfigurar su vida y la nuestra. En aquella época, una fuente manaba en el jardín de la Villa Saint Charles. Hoy, en las terrazas de la Roche d'Or, María sigue acogiendo, ahora y siempre, en su jardín interior.
 


Sin embargo, el cielo de nuestro mundo está cargado de amenazas, de temores. Se están produciendo extraños cambios. La llegada del frío, por ejemplo, ha sido durante mucho tiempo la preocupación de los sin techo, de los mal alojados y de quienes les ayudan. Hoy, todo el mundo se pregunta, ante la llegada del invierno, ¿podremos calentarnos? Las estanterías de nuestros supermercados estaban siempre repletas, sin imaginarnos que podría faltar la más mínima cosa, pero frente a las estanterías vacías, cuando se ha tenido que cortar el agua este verano, y quizás se corte la electricidad este invierno, caemos en la cuenta de que el mundo está cambiando. Nuestro mundo, el mundo de nuestra vida cotidiana y ordinaria, está cambiando. La distancia entre “El Telediario de la noche” y nuestras preocupaciones diarias se acorta. Estamos saliendo penosamente de la pandemia y nos adentramos en la vecina guerra de Ucrania. Entre sequías, incendios e inundaciones, finalmente, llegamos a comprender que la crisis climática no es una amenaza para mañana, sino que es un inevitable hoy. “Porque el mundo y los tiempos están cambiando”, cantaba Bob Dylan hace unos sesenta años.
 

En la hermosa luz de las terrazas, mirando los parterres de ciclámenes, me sorprendo cerrando los ojos y me imagino el largo viaje de todos vosotros que, desde hace más de setenta años, lleváis lejos esta semilla mariana de aliento y de consolación, este testimonio probado de que la muerte no tendrá la última palabra, de que “la Victoria es segura”, la de Cristo resucitado, cuya realidad, María nos la atestigua en lo íntimo de nuestras conciencias.

En septiembre de 2001, en la introducción del libro de Florin CALLERAND “Le Drame du Monde” (p.17), “El Drama del Mundo”, Françoise PORTE escribió:

El objetivo de esta serie "¡Míralo todo conmigo!" es contemplar la Creación y las diversas realidades, acogiendo la cuestión fundamental: “¿Quién es Dios?”, sintiendo dónde actúa y cómo actúa.

En efecto, se trata de mirar y de fijarse bien. En este volumen he optado por mirar “El Drama del Mundo” a través de los ojos de Florin. ¿Por qué he hecho esto? Sencillamente porque el mundo necesita, hoy más que nunca, una mirada mística, es decir, una mirada realista hasta la médula, una mirada que lo sondee y lo libere del inquietante caos en el que está sumido desde el 11 de septiembre de 2001.

Este libro sigue siendo de gran actualidad. El texto de Florin que hoy queremos ofreceros forma parte de esta publicación: “Diálogo con una ramita de ciprés de Arizona”. La exquisita poesía mística de sus líneas será capaz de colarse por los recovecos del alma, allí donde se encuentran la oscuridad del mundo y la fresca luz del ciclamen

Un muy feliz día de Todos los Santos

Danièle VALES

 

Traducción del francés al español:  Beatriz Simó y Pilar Sauquet



 

Diálogo con una ramita del Ciprés de Arizona

Ayer, mis ojos se llenaron de lágrimas mientras sostenía una ramita de un ciprés de Arizona que se había desprendido del árbol. Me preguntaba qué me estaba pasando… Una sensación de sentida simpatía dolorosa por esta pequeña rama de tan fino y delicado encaje vegetal..., todavía viva. [Leer màs...]